31 mayo 2005

El arte de amargarse la vida.

Título de un libro estupendo de Paul Watzlawick. Uno de esos libros que llevan años conmigo y que no presto a nadie ni que me lo pidan de rodillas. Haré fotocopias, lo encuadernaré pagándolo de mi bolsillo si es muy necesario, pero jamás lo prestaré. Se bien la suerte que corren los libros prestados.
Todos los días sale al mercado algún volumen con la intención de hacernos un poco más felices y de hacer un poco más rico al editor. Lo segundo se consigue; lo primero ya es algo dudoso. Pero ahí están y están para reconducirnos hacia la senda de la dicha perpetua. En cuanto los hayamos comprado ya experimentaremos una sensación de triunfo vital. Nos sentiremos más capaces de ser felices y esa sensación se reflejará en todo lo que hagamos. Andaremos por la calle dando saltitos de alegría, abrazando a los transeúntes, cogiendo flores de los jardines municipales y con una sonrisa de oreja a oreja hasta que alguien avise a la policía y nos lleven a Urgencias creyendo que estamos sufriendo una intoxicación etílica o que estamos drogados hasta el cielo de la boca.
"El arte de amargarse la vida", te pone ante el espejo y te obliga a mirarte en profundidad, aunque en clave de humor. Te deja ver lo ridículo y exagerado de algunas quejas y te ries con ganas de situaciones en las que te ves amargándote la vida con todas tus fuerzas, sin motivos auténticos que lo justifiquen. Te muestra como un insignificante granito de arena se convierte en una amarga y pesada losa que te impide ser objetivo y cierra todas las salidas al entendimiento y la comprensión. Es la mejor manera de sentirse desgraciado, incomprendido, despreciado e infeliz hasta más no poder.
Tarea ésta en la que casi todos perdemos mucho más tiempo del necesario.
Seguiré con mi libro, evitando contribuir a hacer ricos a algunos editores. Si quiero amargarme la vida, ahí está cuanto necesito saber. Y si lo que quiero es vivir una vida razonablemente feliz, sólo tengo que hacer lo contrario.

5 comentarios:

Ismael de Andrea dijo...

YO te recomiendo a Herodoto... me lo llevo a todos lados, me acompaño de norte a sur en los viajes por mi américa, y hoy, lo tengo aqui... en Europa. Lo tengo desde los 22 años, es decir, hace diez. Y su sabiduria, me alimenta. Te deje una breve historia que él cuenta en el primer tomo de sus nueve, que suman su "historia".

Andá al blog, y aprovechala.

Besos.

Trenzas dijo...

Supongo que todos tenemos algún clásico favorito, o más de uno. Mis preferencias van a Marco Aurelio y a Jenofonte. Ahora mismo. Mañana, no sé, que ya se sabe "la donna é mobile.." etc, etc

Anónimo dijo...

MARYUNIKA

Hola xica!!pues nada, aki toy sacando tiempo de debajo de las piedras... jejej
Hay un libro q estoy buscando y q se q al final lo encontrare, teatro selecto de Alejandro Casona... me encanto!
Te comprendo, yo ya no presto ningun libro más, al final lo acabas perdiendo.
besitos

Trenzas dijo...

Hola reina; eso lo encuentras en la Casa del Libro de Madrid. Creo que puedes pedir libros online y te lo mandan contrareembolso.
Me gusta Casona. Lo que más: La Dama del Alba y La flauta del sapo.
El sapo te iría bien para ayudarte a encontrar tiempo debajo de las piedras :D

Anónimo dijo...

juas!! he encontrao el libro de Casona, pero... resulta q lo he encontrao en un sitio de estos de libros antiguos, por lo visto lo han descatalogao y ahora me piden por el libro 15 euros, no se q hacer... si robarlo de la biblioteca (nadie toco ese libro hasta q yo lo cogi y llevaba ahi desde pexa de tiempo) o dejarme los jurdeles en el librero, weno, tb puedo seguir buscando.
Besos