09 septiembre 2009

Básicamente...


... he estado haciendo esto.
No es que sea un ejemplo muy edificante, lo sé, pero es la verdad.
Y lo peor es que aún no me he despertado del todo, aunque empieza a aparecer algún signo de vida en mi adormilada neurona. Sin ir más lejos, esta mañana he sido capaz de recordar lo que tenía que hacer sin necesidad de mirar la agenda.
Y es que los excesos, se pagan. La vida disoluta que he llevado durante la primavera me ha pasado factura. Y es que ha sido un no parar de juerga en juerga; de mi casa al trabajo, del trabajo a casa de mi madre, de casa de mi madre al abogado, del abogado al electricista, del electricista a renovar contratos, de renovar contratos al banco, del banco a pagar a todos los anteriores profesionales citados, y de todos los pagos, a la más honda de las depresiones por el dinero gastado. ¡Y lo que no os cuento, para no aburriros...!

Y luego, llegó el calor a añadir su montañita de arena. Y no os vayáis a imaginar que la Cabra ha ayudado en lo más mínimo. Antes al contrario, retomó la costumbre que tenía cuando era un bebé y me ha dejado, prácticamente, calva de pelo y pensamiento. Os podéis hacer una idea mirando esta foto. Sí, sí; estamos muy guapas y muy jovencitas, pero eso era entonces y ahora ya no procede semejante comportamiento, que ya tenemos una edad. Sobre todo yo, que ya no estoy para que se me coman las trenzas hasta la raíz.
Claro que, haber permitido que el cerebro se vacíe de contenido durante unas semanas, tiene un lado positivo. Cuando vuelve a activarse, todo se ve como recién estrenado. Hasta los tejanos me parecían nuevos esta mañana, y eso que ya empiezan a estar al gusto de los que los compran ya desflecados y con agujeros en las rodillas. Más fresquitos, sí son, eso es cierto.
En resumen; que hemos pasado una larga temporada para olvidar tan pronto como sea posible, y subirnos al carro de los que logran salir de los baches, aunque sea con ayudas amarillas y redonditas, mañana y noche. La Cabra tiene otros suplementos vitamínicos; se atiborra de las manzanas que le mandáis y, de vez en cuando, la emprende con mi flequillo, porque trenzas, lo que se dice trenzas, ya no me quedan.
Hasta mañana.
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"Sarandonga" Compay Segundo.

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