17 enero 2008

Trenzilandia

Algo más pequeña que Mónaco, Trenzilandia es una península situada al sur de Europa y rodeada de libros por todas partes, excepto por un estrecho istmo llamado Blogger.
Su población humana está compuesta por un solo ejemplar de "homa sapiens" por lo que no se ha considerado necesario buscar ningún gentilicio para ella y se la conoce por su nombre de pila: Trenzas. El resto de pobladores consta de un mamífero cuadrúpedo, llamado Gato, un ovíparo llamado Canario y una cabra virtual que responde (cuando quiere) al apelativo cariñoso de Cabra.
La flora es un tanto monótona, predominando los Ficus Benjamina, en distintas tonalidades y tamaños, unos cuantos Geranios, dos Ciclamen Persicum, una Orquídea de la que ignoramos el apellido y otras especies de menor entidad.
A pesar de su reducido tamaño, el país tiene una notable diversidad lingüística; dos idiomas reconocidos y tres dialectos; el Canariol y el Gatol, que no poseen gramática por estar compuestos, básicamente, de sonidos onomatopéyicos tales como miau, meeeuuuu, miuuu, roonn-roonn, y unos silbiditos entrecortados, fiuuu, prrrrr, fiuuuu, prrrr, fiiiiuuuuu, y otro más de uso exclusivamente telepático y que sirve para la comunicación entre la Cabra y la "homa sapiens".
Trenzilandia vive, políticamente, en una Dictadura Blanda, donde se intenta la equidad en la distribución de la riqueza y Mamá Estado está dedicada a proveer de lo necesario a los habitantes con limitaciones para conseguir el sustento y la atención veterinaria, así como a proporcionar esparcimiento, en forma de pelotitas y ratones de goma, columpios, espejitos y posaderos diversos y, por descontado, a tener disponibles los gramos de locura necesarios para la buena salud de la Cabra. Hasta el momento, no se han detectado brotes nacionalistas ni reivindicaciones territoriales, aunque sí algunas pequeñas algaradas entre Trenzas y Gato, por el disfrute del sofá a la hora de la siesta. Todas se han resuelto sin necesidad de intervención de las Fuerzas Antidisturbios.
En general, el país evoluciona sin sobresaltos, aunque Trenzilandia debe negociar su presente, su futuro y su aprovisionamiento de materias primas con países cercanos y no siempre bien dispuestos, por lo que algunas veces, la encargada de las negociaciones se pone de los nervios, entra en crisis y hay que suministrarle grandes dosis de calmantes y documentales de Historia, así como apartarla totalmente de la vida pública en evitación de males mayores.
Esa tarea es responsabilidad de la Cabra, único ente capaz de aguantarla en tales circunstancias y de mantenerla alejada del curso de los acontecimientos hasta que recupere el equilibrio emocional, lo que suele tardar un par de meses.
A punto de cumplirse el plazo de recuperación de la salud mental de la citada "homa sapiens", Trenzilandia se prepara ya para la próxima crisis que tendrá lugar, si nadie lo remedia, en los alrededores del último cuatrimestre del presente año 2008.
Mientras tanto...
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"De un mundo raro" en la versión de Chavela Vargas, Himno Nacional de Trenzilandia.

01 enero 2008

Una carta para vosotros

Queridos amigos:
Espero que cuando os llegue esta carta os encontréis bien de salud y que hayáis pasado unas bonitas Navidades y Año Nuevo. Y que los Reyes Magos recuerden todo lo que les habéis pedido y os lo traigan, sin dejarse nada en el saco del olvido.
Por aquí estamos bien, pero cansadas por estos cuatro últimos meses del 2007 que han sido de los peorcitos que recordamos la Cabra y yo. La verdad es que desde hace tiempo son malos, pero este año recién pasado, batió records. Y lo hemos acusado. Más que nadie la pobre Cabra, que no está acostumbrada a los malos tiempos y a los inconvenientes de la vida real. Los que no se han enterado de nada han sido el gato y el canario, poco interesados en los problemas que no les atañen directamente. Hasta tuve tentaciones de dejarles un día sin comer a ver si así recapacitaban y se volvían más solidarios. Bueno; fue sólo eso; una tentación sin consecuencias.
Creo que nunca he estado tanto tiempo sin encender el ordenador por voluntad propia. Esta tarde, cuando me he decidido y he descargado el correo, creí que iba a incendiarse por el esfuerzo. Gracias a todos por vuestras cartas y ya procuraré ponerme al día, porque si algo tengo claro es que los cuatrimestres finales del año serán malos, pero no van a poder conmigo ni con la Cabra.
Esta mañana temprano, la calle estaba aún llena de la fiesta de anoche. Hacía mucho frío, pero una jovencita, con un bonito abrigo negro, andaba descalza por la avenida a pasitos cortos, encorvada, los zapatos en una mano, el bolso en la otra. Cuatro chicos, recostados en el lateral de un coche, bebían un último trago y se partían de risa recordando quién sabe qué. Confettis y serpentinas coloreaban las aceras y las palomas creían que eran comestibles y bajaban a picotear, sin mucha suerte. Y dos o tres personas, entre las que me encontraba, iban apresuradas a su trabajo, como todos los días.
Normalidad; eso es lo que necesito ahora. La reconfortante normalidad. Me pongo a ello.
Un abrazo a todos y cada uno.