27 enero 2005

Vivir es un martirio

¿Verdadero o falso?
Siguiente pregunta:
¿Comparado con qué?

25 enero 2005

Leer, esa enfermedad

Por desgracia, su nivel de contagio es bajísimo, si exceptuamos la prensa sensacionalista o los diarios deportivos que, por cierto, no entiendo de donde pueden sacar tantas palabras para explicar un evento tan parecido a otro. ¿Que el delantero metió el gol con la izquierda siendo diestro? ¿Que hubo tres ocasiones de marcar que se perdieron? ¿Que el árbitro favorecía a los de casa? Pues bueno; como todos los domingos o sábados o miércoles que se juegan partidos.
Que me parecen bien los deportes, que no tengo nada contra ellos ni tampoco tengo nada en contra de las crónicas de sociedad, pero de verdad ¿es necesaria tanta información al respecto?
Me gustaría ver esa misma capacidad de debate alrededor de los libros. Y también más seriedad y más verdad. Y no quisiera ver los dos o tres mini espacios en la televisión, salvando lo que haya que salvar, convertidos en tertulias de amiguetes dónde solo se habla de lo que publica cada capillita en concreto, obviando mejores creaciones o tocándolas tan de pasada que da la impresión de que "eso que escriben los demás", no merece la pena mencionarlo. Aún así, bienvenidos sean y aunque sé que es demasiado pedir, que proliferen.
Leer es una palabra que requiere pasar a la acción. Coger un libro de la estantería y dedicarse a él. Pocas cosas mas placenteras, para los enfermos de lectura, que tener un libro entre las manos. Antes de abrirlo le damos vueltas; la portada, la solapa, la contraportada, lo hojeamos, leemos frases al azar, lo calibramos y luego pasamos a la acción. A leer. Con los cinco sentidos. Contagiados hasta el tuétano de la enfermedad de la lectura.
Que algún día sea una plaga endémica y congénita y que nunca se invente una vacuna que la cure.

24 enero 2005

De polaca a polaco

Pues esto es como dicen que pasa con las cerezas, que tiras de una y salen tres o cuatro. Tiré de Szymborska y me encontré en las manos y en la memoria un montón de polacos ilustres a los que admiro desde siempre. De Chopin no voy a decir nada, porque no puede explicarse, hay que escucharlo, pero si voy a decir algo de un hombre menos conocido, igualmente genial. Poca es la obra traducida y de ella la que se puede encontrar más fácilmente son sus aforismos. Estoy hablando de Stanislaw Jerzy Lec. Su peripecia vital, terrible y heróica ya sería motivo suficiente para recordarlo pero hay mucho más. Murió en Varsovia el 7 de mayo de 1966 y tuvo un funeral de estado. Eso, seguramente, le hubiera dado motivos para escribir unos cientos más de "Pensamientos despeinados", de los que os dejo aquí una pequeña muestra.
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En el principio era el Verbo, y en el final el Lugar Común.
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Un salto moral es más peligroso que un salto mortal.
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Nos queda poco tiempo. Todavía nos amenaza la Eternidad.
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A veces la mentira se ajusta tanto a la verdad, que resulta difícil vivir en la rendija.
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Los que olvidan más fácilmente aprueban con menos esfuerzo el examen de la vida.
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A veces el castigo trae como consecuencia la culpa.
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Algunos ven con el ojo derecho y con el izquierdo exactamente lo mismo. Y piensan que en eso consiste la objetividad.
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Consejo para escritores: en algún momento hay que dejar de escribir. Incluso antes de empezar.
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23 enero 2005

Theodor y Teddy Bear

En 1902, el presidente de Estados Unidos, Theodor Rooselvet, tomó unas vacaciones para dedicarse a su deporte favorito: la caza del oso, en las montañas del estado de Mississipi. Un periodista del Washington Post, que formaba parte de la partida de caza, deseando asegurarse unas buenas fotografías del presidente cazando alguna pieza de importancia, había mandado capturar un gran oso y lo mantenían atado a un árbol esperando la llegada del importante cazador para soltarle. Exhausto como estaba el pobre animal, la caza habría resultado fácil y el reportaje asegurado.
Pero cuando el presidente llegó al lugar, no sólo se negó a cazar ese día, sino que ordenó soltar al oso de inmediato y confiscó todas las armas para que nadie tuviera la tentación de darle alcance y disparara sobre el animal.
Al siguiente día, 16 de noviembre, el Washington Post, publicó el dibujo que aquí veis. Y este dibujo fue el verdadero inspirador del oso de peluche, porque aquella misma noche, un avispado comerciante neoyorkino y su esposa, confeccionaron dos osos de juguete utilizando una tela afelpada y brillantes botones para los ojos.
El éxito fue instantáneo y el nuevo juguete se bautizó con el nombre de "Teddy Bear" (Oso Teddy) en clara alusión al episodio protagonizado por el presidente, ya que el diminutivo de Theodor es, naturalmente, Teddy.

18 enero 2005

El odio agazapado

Se acabó el amor y decidieron separarse. Tenían tres hijas y pensando en ellas quisieron que todo fuera muy civilizado, conservar una buena relación, compartir responsabilidades, ayudarse a pasar el trago del divorcio. Él se quedó a vivir en el pueblo costero donde siempre había vivido. Ella se fue a la ciudad donde tenía a sus padres y un trabajo esperando. Todo muy pacífico, todo muy asumido. Pasaron dos o tres años.
Ella le llamó un domingo a primera hora:
-Oye, quiero volver a casarme ¿que te parece?
- Me alegro por tí. Que les parece a las niñas?
-Las nenas encantadas. Se llevan muy bien; él les ayuda con los deberes, las está enseñando a patinar, les ha comprado un perro. Ya sabes cuánto lo deseban...
-Que bien! Oye, que me alegro de verdad. Os deseo lo mejor. Diles a las chicas que las llamaré un día de estos.
-Mira, quería pedirte un favor. ¿Recuerdas donde está guardado mi traje de novia? En el armario del dormitorio, arriba del todo en una caja blanca, grande..
-Sí, sí, ya sé.
-Si no te causa mucha molestia, me gustaría que me lo mandaras y me ahorras el viaje. No quisiera gastar mucho y podría hacerle unos arreglos y volver a usarlo para la boda. Es un vestido tan bonito..!
-Nada, mujer. No te preocupes. Mañana mismo te lo envío.
-Gracias, muchas gracias. Te llamaré para decirte la fecha que hayamos decidido. ¿Querrás venir? Las nenas se alegrarían.
-Bueno, lo pensaré y te diré algo.
-Venga, nos vemos. Adiós Jaime.
-Adiós, adiós Carmen. Besos a las niñas.
Colgó y fue al dormitorio donde estaba el armario. Abrió las puertas y miró la caja que tantas veces había visto sin verla realmente. Estaba atada con una cinta de raso. La bajó del estante y la puso sobre la cama. Deshizo los nudos que sujetaban la tapa, retiró el papel de seda y miró atentamente. Primero el velo; largo, liviano como una pluma. Luego el vestido. Lo tomó por los bordes del escote y lo extendió sobre la cama. Apenas recordaba lo bonito que era. El corpiño bordado hasta más abajo de la cintura, la amplísima falda con multitud de capas de gasa. Recordó que cuando Carmen entró en la iglesia para casarse con él, parecía andar entre nubes de espuma. Lo apretó un momento contra su cuerpo y lo soltó con una naúsea. Fue al baño y vomitó. Se lavó la cara, salió y fue a la sala, a las habitaciones de las niñas, a la terraza. Aquí y allá cosas de las ausentes que no cabían en el piso de la ciudad. Todo estaba tan vacío...
De un cajón de la cocina sacó las tijeras. Volvió al dormitorio, se sentó en el borde de la cama, cogió el vestido y empezó a cortarlo. Tardaría todo el día en acabar el trabajo, pero había tiempo hasta mañana.
-Sí, Carmen. Mañana mismo te envío el vestido. Sí. Bien empaquetado y con mis mejores deseos para tu nueva vida.

17 enero 2005

La vida. Instrucciones de uso

Ese título tan fantástico no se me ha ocurrido a mí. Es de Georges Perec, admirable escritor francés. Es un libro especial hasta en la forma en que puede leerse. Da igual por el capítulo que empieces. Te queda claro hasta el último detalle.
No hay ninguna forma sensata de resumir un libro como ese, así que si os gusta leer y aún no lo conocéis, un día de estos pedid que os lo presten en la biblioteca más cercana.
Y esto a que viene? Pues a que quizá sería una buena idea editar un manual de cómo manejarse por la vida. Y no me estoy refiriendo a un libro de autoayuda. Nada de algo como "póngase delante del espejo, sonría 100 veces y dígase que es usted una persona maravillosa. Si no le funciona con 100, que sean 1.000 y en paz". No, no. Debería ser algo diferente. Algo como lo que pedía mi profesor de literatura cuando quería algún examen por escrito. La regla de las cuatro C. Claro, concreto, conciso y completo.
Tenemos la vida que tenemos porque no tenemos el dichoso Manual. Y así no hay forma de llevar una existencia medianamente tranquila.
Se me volvió a acabar la tinta. Voy a por más.

14 enero 2005

Estoy como una cabra

Todo el mundo lo dice. Hasta yo misma me lo repito de continuo. Y me gustaría saber que tiene el mundo en general contra las cabras.
Quisiera dejar claro que si yo fuera una cabra, me molestaría mucho que me comparasen conmigo. No está demostrado que las cabras estén tan mal como yo. De la cabeza, digo.
Las cabras son unos seres pacíficos que se dedican a sus labores normales. Estas consisten, básicamente, en ir arrancando hierbajos con los dientes y rumiarlos con gesto grave y parsimonioso, sacando de vez en cuando la lengua para recolocar alguna briznilla que intente escaparse por las comisuras. Tienen unos ojos serenos que saben donde han de mirar para encontrar el mejor bocado y van en paz detrás de sus pastores o de los cencerros sin preocuparse por asuntos que no les incumben. Allá cada cual con sus abstracciones, que ellas viven tan ricamente.
Que envidia me dan las cabras..!
Bueno, todas no. Por aquí pasa de vez en cuando un gitano con su cabra y una escalerita de tres peldaños por la que el pobre animal tiene que subir y bajar al compás de una música que toca su dueño con más empeño que fortuna. La pobre debe estar hasta los mismísimos cuernos de tanto hacer piruetas por la misma escalera una y otra vez. Si estoy en casa y oigo la música, cojo algo de fruta y pan y se lo llevo. Debe estar muerta de hambre porque un día casi se me come la mano.
Creo que he decidido que no me importa estar o ser como una cabra, siempre que no sea la del gitano.

12 enero 2005

Cristales rotos

Hace unos años viajaba por una carretera secundaria y el coche que me precedía se salió de la calzada cayendo en la zanja lateral. Paré y me acerqué corriendo a prestar ayuda. Un joven iba al volante. Se había abierto una buena brecha en la frente y la sangre le corría por la cara. Se quejaba de dolor en el pecho pero podía andar. Recogimos algunos efectos personales de su vehículo y lo llevé al hospital más cercano. El médico salió al cabo de poco rato para decirme que el chico estaba bien y que me pedía le llevara sus cosas, que muchas gracias y que ya podía irme que alguien vendría a recogerlo.
Unos días después encontré bajo un asiento de mi coche un bloc escolar con las puntas rozadas. Como no era mío, tenía que ser del chico accidentado. Levanté la tapa. En la primera hoja, había escrito unas pocas palabras:
Es que yo te quiero, Ana.
Y nada más. El resto del bloc estaba en blanco. Otras noventa y nueve hojas para seguir escribiendo y el bloc estaba en blanco. Me senté en el coche leyendo y releyendo y casi palpando una situación de la que solo tenía una frase.
Lo único que acerte a oír cuando llevé al chico a urgencias fue su nombre, Juan. Al día siguiente fui al hospital y no cejé hasta que me dieron el domicilio y el nombre completo. Era en un pueblo cercano y allá me fui con el bloc. "Si, vivía aquí hasta hace tres días; sí, su mujer se llama Ana; sí, se habían separado, siempre estaban discutiendo; sí, tenía una hija pequeña; sí, la niña también se llama Ana. No, no sabemos donde se han ido, cada uno por su lado, claro, pero no sabemos".
Me quedé el bloc durante mucho tiempo. Me dolía lo que estaba escrito y me dolía haberlo leído. No podía tirarlo, no debía quedármelo, no podía entregárselo a nadie.
No hace mucho me decidí a deshacerme de él. No quería romper la primera hoja por no romper las letras. Preferí quemarla. El resto lo rasgué en pequeños pedazos, lo metí en una bolsa y fui al contenedor a tirarlo. Cuando cayó dentro sentí como un estrépito de cristales rotos.
Noventa y nueve láminas de cristal roto.

11 enero 2005

Medio millón en cariño

Ayer el contador de mi web principal sobrepasó el medio millón de visitas. No, no he hecho trampas. El contador no registra las visitas que se hacen desde mi IP. Esto lo aclaro para los mal pensados :))
Estoy contenta porque en los dos últimos meses no he hecho apenas nada en ella (por culpa de alguien en Chile que me metió en esto de los blogs) y siento que es un regalo que el tráfico haya aumentado en lugar de descender. No puedo dejar de pensar en como algo que se empieza solo para intentar distraerse de dolores y molestias (esta vez, físicos) y que en el fondo no se tiene intención de continuar cuando se resuelva el problema, puede convertirse en una razón de peso para la vida. Parecerá una tontería o cuando menos una exageración pero no lo es. Ni mucho menos.
Ya sabéis eso tan famoso que dijo Ortega y Gasset; "Yo soy yo y mi circunstancia" y en mi circunstancia esa web fue un salvavidas. Algo que me traía aire fresco del exterior cuando no podía salir a la calle y me calentaba el corazón cuando más frío tenía.
Ninguna de las personas maravillosas que conocí a causa de la web podrá saber nunca lo agradecida que les estoy por muchas veces que se lo diga. Pienso ahora en poetas como Mengíbar, Serradilla, Barrero y otros que me escribieron cartas alentadoras, en músicos y dibujantes que me permitieron utilizar sus trabajos bondadosamente y en muchísimos niños y adultos que me escribieron para decirme como a ellos también les arropaba el alma lo que yo les contaba. Una adolescente me pidió permiso para escribir un libro con temas sacados de mi web, un pequeño me mandó un dibujo de su koala de peluche, una abuela me solicitó coger las hadas de mi web para confeccionar un álbum a sus nietos, una niña me contó que su madre había muerto y que ella creía que estaría volando con las hadas como explico en una página de mi web...
Podría pasarme horas escribiendo acerca de todas esas personas y más horas aún agradeciendo cada una de sus palabras.
Voy a dejarlo aquí junto con mi propósito de continuar invirtiendo en cariño durante todo el tiempo que me sea posible.

10 enero 2005

Hablando claro

Ola trenzas; que tengas claro que si te escrivo es para dcirte que me justa muxo t pg i que tiene muchos fayos pero da igual porque mu gta muxo y eso que dices de las adas es bonito auqnue queda un poco cursi esta muy bonita tuweb y la musica pos tampoco esta mal aunque raya un poco ta mejor la de sakira o incluso la de carlos vives que es mas animada. te queiro decir que no agas caso de jente que te diga que las adas y los elfos no esisten x que yo los e visto e incluso e vsito duendes
bueno que sigas así y ten muy en cuenta estas adbertencias asi tendras mas visitas y le puedes poner publicidad y asi te visitaran mas bueno me despido. adios

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Creo que he entendido que la música es buena pero mala, que la web esta muy bien pero tiene muchos fallos y que hadas, elfos y duendes son uña y carne con mi comunicante. También quedo advertida de que sería mejor para mis visitas que la web estuviera llena de ventanas publicitarias.
Solo puedo decir que intentaré enmendarme.

09 enero 2005

No asustarse...

... si de pronto el blog desaparece o empiezan a salir signos raros. Cosas que no debieran estar ahí o deberían estar de otra manera. Es que estoy decidida a entender esto de una buena vez y voy a dedicarme a sonreír al ordenador, al htm, al template, y hasta, si es muy necesario, a la vecina de abajo que es una superfashion antipática.
Si se diera el caso de desaparecer de forma total, ya os haré saber mi nueva direccion :))

07 enero 2005

Silencio, por favor...

Padezco "ruidofobia". Desde pequeñita. Ya en la cuna, lloraba tan bajito que nadie se daba cuenta y tardaban horas en traerme el biberón. Varias veces llegué al borde de la muerte por ese motivo y por otros que de puro escatológicos, prefiero no comentar. Y sigo lo mismo con la única diferencia de que ya no corro peligro de morir de inanición porque aprendí a cocinar hace tiempo.
Cuando aún vivía en la casa familiar mi madre decía que entraba como un fantasma; que nunca me oía llegar. Eso tenía un remedio fácil. Bastaba con dar un portazo que hiciera temblar los cimientos y listo. La verdad, solo de pensarlo me estremezco.
Y es cierto que la gente le da a las puertas con una energía que luego les hace falta para otras cosas. No me extraña la baja productividad laboral de la que gozamos. Toda la fuerza se va en generar ruido. ¿Os habéis fijado en el jaleo que se organiza con solo guardar los platos? Y qué decir de la gente que habla por teléfono en las cabinas públicas? Enfrente de mi casa hay una y os aseguro que podrían ahorrarse el gasto de la llamada. Les oirían igual sin necesidad de descolgar el auricular. Entiendo que los horarios entre países obligan a nuestros inmigrantes a llamar a horas un poco especiales y eso me está creando un dilema. No sé si aplicarme con el árabe y el rumano y así poder ir practicando el acento con lo que escucho o pegarle un leñazo a la cabina y conseguir dormir unos cuantos días. El trauma que me produciría generar tanto ruido se compensaría con algunas noches de pacífico sueño.
Juan Corbella, eminente psiquiatra, escribió un libro llamado "Miedo al silencio" y explica perfectamente bien los motivos que tienen muchas personas para torturar de continuo sus tímpanos y sus vidas con toda clase de ruidos. Les comprendo, les compadezco, me dan una pena terrible. Incluso les amo. Pero.. ¿les importaría irse con su ruido unas pocas calles mas lejos...?

06 enero 2005

Perder, perderse...

Esto es para ti, Miguel, amigo.
Mi pérdida no es como la tuya. Mi padre murió hace ya dos años y aún todos los días hay lágrimas por él. Y las seguirá habiendo durante mucho, mucho tiempo. Y esta sí es una ausencia irreparable. No digo que otras, no tan drásticas puedan tener mejor destino, pero se puede encontrar otra esposa, otro novio, otros amigos. Otro padre o madre o hermano, nunca.
Aunque el duelo es el mismo en ambas situaciones porque nos separa de lo que amamos. Lo perdemos y nos perdemos. Después del primer impacto de dolor, de rabia y de impotencia, llegan las preguntas. "¿Y que hago ahora? Como voy a seguir viviendo con este vacío? Seré capaz de superarlo?" Y tantas otras que no hace falta que te cuente. Las sabes y siguen ahí, doliendo mucho.
Perder es una palabra terrible a la que no tenemos más remedio que hacer frente. Nos va a suceder repetidamente a lo largo de nuestra vida.
Perderse en un mar de sentimientos complejos que van del amor al odio y de la esperanza al desencanto en una rueda inacabable, nos sucederá también pero acabaremos encontrando la salida. Un día, de pronto, notaremos que ya no rodamos tan rápido y tendremos un poco de paz para reflexionar.
Cuando sucederá es algo que no te puedo decir. Todos tenemos nuestro propio ritmo vital y unas diferentes capacidades para recuperarnos de los golpes, pero sucede. Y eso no resta nada a lo dicho en el post al que te contesto, porque lo nuevo es compatible con lo anterior y aunque nada borre nuestro sentimiento porque hemos perdido el ayer, tampoco se nos impide amar el mañana.
Es hora de empezar a ganarle el juego a lo perdido. Saca algún as de la manga de tu fortaleza y no te importe hacer trampa. ¡Gana...!

05 enero 2005

A veces se me va la olla...

... y no me importa reconocerlo. No quería escribir un post tan serio ayer. Sólo quería... bueno, no sé lo que quería exactamente pero salió así. Y ya que está escrito quizá valga la pena hacer una segunda reflexión al hilo del dolor.
Todos los especialistas en dolores del tipo a que me refería, dicen que el duelo por una pérdida dura un año, mes más o menos, y que a partir de ese espacio de tiempo nuestro sentimiento se atempera. Sé que es cierto en cuanto a la intensidad pero falso en cuanto a la duración.
Cuando nos abandona alguien a quién hemos amado mucho no pasará ni un día de nuestra vida sin que recordemos, directa o indirectamente, a esa persona. Pensaremos mil veces en lo que queríamos decirle y nos callamos; en lo que podíamos haberle proporcionado y no le dimos; en las veces que nos llamó y no acudimos. Nos torturará el pensar qué hubiéramos podido hacer mejor; porqué no estábamos allí en el momento preciso, porqué, porqué, porqué...
No hay ninguna forma de evitar eso. La razón nos dirá si es cierto o no que hicimos cuánto pudimos, pero no sirve de nada en ninguno de los dos casos.
Algunas personas creen que una conciencia tranquila resuelve esos problemas. Yo más bien diría que sólo un insensato puede dejar de reprocharse algo. Claro que eso depende del nivel de exigencia que cada persona tiene con respecto a sí misma. Y los reproches que nos hacemos, conscientes o inconscientes, aumentan y dilatan el dolor en el tiempo.
Así que quizás (y solo quizás), empezar a perdonarnos a nosotros mismos sea el mejor camino para ir dejando atrás nuestro dolor.
No sé si se me ha vuelto a ir la olla.
Por si acaso,lo dejo aquí.

04 enero 2005

A vueltas con las Fiestas

A trancas y barrancas vamos superando las fiestas. Aún algo dormidos; aún demasiado llenos de comida, aún algo melancólicos por todo lo que no hemos podido tener.
En unos días más, empezaremos a recordar sólo lo bueno y divertido. Las anécdotas de la sobremesa, las travesuras de los críos de la familia y, "'¡cómo han crecido, si parece que fue ayer cuando empezaban a gatear..!"
A mí también me parece que era la semana pasada cuando aprendí a leer o me compraron mis primeros zapatos con un poco de tacón. No tengo conciencia exacta de todo el tiempo que ha pasado desde entonces. No puedo recordar ni la milésima parte de las cosas que me han ido pasando y que debo tener guardadas en alguna neurona que tampoco recuerdo como se activa.
Leí una vez una historia breve titulada "Olvidamos porque debemos olvidar", y la conclusión a que se llegaba al final de la historia era que olvidamos porque no nos sería posible soportar todo el dolor que acumulamos a lo largo de nuestra vida. Porque el dolor tiene muchos nombres; decepción, desilusión, engaño, abandono, promesas incumplidas, proyectos fracasados, miedo, pesadillas, olvido, muerte...
Añadid vosotros a esas palabras el contexto en que sucedió. El resultado es dolor. Y nuestra mente nos protege olvidando la mayor parte, con la única condición de que el tiempo transcurra.
Y hay que mantenerse en la esperanza de que dentro de poco, habremos olvidado la mayor parte de todo lo que no es imprescindible para nuestra supervivencia.
Esa es la fuerza de la especie.

02 enero 2005

Ya es definitivo

Empieza de verdad el año. Algunos afortunados aún estarán en las nubes de las fiestas, con los zapatos llenos de confetti y algún rastro de dulce o de salsa en la ropa. Pues nada; disfrutadlo y no os despertéis hasta mediodia que hay que aprovechar lo bueno.
Otros nos vamos ya al trabajo. Hay mucho que hacer ahí fuera y será mejor ponerse manos a la obra y empezar a sacudirse los gramos (o kilos) que nos han caído encima con tanto turrón y tanto café con leche. Aún queda alguna comida de compromiso, algunas llamadas que hacer o devolver, algún regalito que comprar. Y alguna cosa aparecerá que se nos ha quedado en el tintero del olvido.
Lo principal esta hecho. Hemos superado otros 365 días y vamos a por más.
Que nos sean leves los nuevos retos y logremos todos, si no vencer, llegar.

01 enero 2005

Acabando el 1

Se acaba el primer día del año. Se nos escurrió entre los dedos porque es un número muy delgadito y casi no hay forma de sujetarlo. No es como el 2, que tiene ese ganchito tan mono o como el 8, con esa cintura tan marcada.
El 1 de Enero siempre se va como si no hubiera llegado. Casi sin tiempo para decirle "hola !" o "que te trae por aquí?"
Nada. Llega en silencio y cansado y se va de igual modo. Tal vez un poco más ojeroso, con algo de dolor de estómago y pensando que no le hemos hecho ningún caso. Y tiene razón.

Feliz Año Nuevo...!