13 marzo 2009

Los colores de mi calle

Casi lo primero que hago por la mañana es abrir el balcón y salir a ver el día. Quiero saber si todo está en el mismo sitio que lo dejé ayer; si las plantas están vivas, si las tórtolas se han levantado y de que color está el cielo. Y algunas veces me encuentro con algo espectacular, cómo este sol que fotografié encarándole sin piedad el objetivo de la cámara. Tenemos un refrán en Cataluña que asegura que: "Sol rogent, pluja o vent" Podríamos traducirlo, por "Sol rojo, lluvia o viento", pero lo cierto es que al traducirlo pierde mucho de su sentido amenazante. Ampliando la foto, sí que da un poco de miedo, pero no pasó nada. Sigo viviendo tan feliz.
Lo curioso de esta foto, es que sólo 15 minutos antes, había tomado ésta otra, desde el mismo balcón y en la misma dirección de enfoque. La calle era verde; me fui a tomar un café y cuando volví, ahí estaba esa estrella incendiada dominándolo todo. Hay que mirar para ver, según dicen, y estos son de esos momentos en que mirar atentamente, compensa mucho.
Esta calle, en la que llevo viviendo muchos años, no tiene nada de espectacular, pero a mí me gusta. Tiene esos árboles, ahora llenos de muñones, pero que muy pronto empezarán a brotar para que yo los disfrute durante todo el verano y el otoño y estamos tan cerca del mar que las gaviotas nos sobrevuelan a diario, gritándonos desde su altura. Además tenemos una numerosa población de tórtolas, cómo ya sabéis y algunos gatos callejeros en una pequeña placita que hay al final de la calle, con buenos escondites para que las mamás gato oculten sus camadas. Ahí encontré a Gato y también a Gato Mayor, que ya murió. Creo que esa es una de las cosas que también me gustan de esta calle; saber que siempre habrá algún gatito que recoger, si su madre me lo permite.
Y como sigo bastante desneuronada, os dejo en compañía de los rojos y verdes de mi calle.
¡Hasta mañana...!
.

07 marzo 2009

No progreso adecuadamente

O sea; poco y mal.
Quería escribir un post ya hace días, pero no se me ocurría nada que contaros. Creo que la brusca interrupción del buen tiempo, aplastado bajo esa ola de frío que acabamos de pasar, me congeló las ideas. O puede que sea una crisis de tipo neuronal, o el pánico por el hundimiento de la Bolsa, o el resultado de las últimas elecciones autonómicas. No sé. El caso es que me quedé sin ideas y así sigo. Nada. Y la Cabra, igual. Se pasa el día rumiando ficus, con la mirada perdida en el horizonte del bloque de enfrente y maldiciendo, de vez en cuando, porque las bajas temperaturas han machacado los brotes nuevos.
Lo más inteligente que he hecho estos días, ha sido buscar en Google una receta de mermelada de plátanos. La encontré, pero luego decidí no hacerla porque tiene mogollón de calorías y no nos la habríamos comido. Y además, me daba mucha pereza. También he seguido alimentando a las tórtolas, que no tienen la culpa de nada, y porque me hace mucha ilusión verlas en la barandilla recogiendo los trozos de magdalena y salir volando con el pico lleno. Casi puedo imaginarme a los pichones abriendo la boca a más y mejor. Imaginar sólo, porque verlos, aún no he visto a ninguno.
Total, que no he hecho nada de nada. Estoy empezando a preocuparme por mi futuro. Si esto sigue así, lo veo negro. Un enorme vacío mental se cierne sobre mi cabeza y amenaza con quedarse ahí para siempre.
"Lo más llamativo en la autopsia de Trenzas, ha sido constatar que su cavidad craneal estaba ocupada por una negra masa gelatinosa, aún por determinar, pero totalmente carente de neuronas..."
¡Ay...! ¡Cómo duele...!
.
"La luz de la Luna" Fernando Sor. Intepréte Diego Wentao