Casi lo primero que hago por la mañana es abrir el balcón y salir a ver el día. Quiero saber si todo está en el mismo sitio que lo dejé ayer; si las plantas están vivas, si las tórtolas se han levantado y de que color está el cielo. Y algunas veces me encuentro con algo espectacular, cómo este sol que fotografié encarándole sin piedad el objetivo de la cámara. Tenemos un refrán en Cataluña que asegura que: "Sol rogent, pluja o vent" Podríamos traducirlo, por "Sol rojo, lluvia o viento", pero lo cierto es que al traducirlo pierde mucho de su sentido amenazante. Ampliando la foto, sí que da un poco de miedo, pero no pasó nada. Sigo viviendo tan feliz.
Lo curioso de esta foto, es que sólo 15 minutos antes, había tomado ésta otra, desde el mismo balcón y en la misma dirección de enfoque. La calle era verde; me fui a tomar un café y cuando volví, ahí estaba esa estrella incendiada dominándolo todo. Hay que mirar para ver, según dicen, y estos son de esos momentos en que mirar atentamente, compensa mucho.
Lo curioso de esta foto, es que sólo 15 minutos antes, había tomado ésta otra, desde el mismo balcón y en la misma dirección de enfoque. La calle era verde; me fui a tomar un café y cuando volví, ahí estaba esa estrella incendiada dominándolo todo. Hay que mirar para ver, según dicen, y estos son de esos momentos en que mirar atentamente, compensa mucho.
Esta calle, en la que llevo viviendo muchos años, no tiene nada de espectacular, pero a mí me gusta. Tiene esos árboles, ahora llenos de muñones, pero que muy pronto empezarán a brotar para que yo los disfrute durante todo el verano y el otoño y estamos tan cerca del mar que las gaviotas nos sobrevuelan a diario, gritándonos desde su altura. Además tenemos una numerosa población de tórtolas, cómo ya sabéis y algunos gatos callejeros en una pequeña placita que hay al final de la calle, con buenos escondites para que las mamás gato oculten sus camadas. Ahí encontré a Gato y también a Gato Mayor, que ya murió. Creo que esa es una de las cosas que también me gustan de esta calle; saber que siempre habrá algún gatito que recoger, si su madre me lo permite.
Y como sigo bastante desneuronada, os dejo en compañía de los rojos y verdes de mi calle.
¡Hasta mañana...!
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