18 diciembre 2007

Restaurando el sistema

No es que diga que quiero convertirme en un ordenador. Son unos armatostes bastante feos y tienen una cabeza "pensante" más cuadrada que la mía, lo cual ya es decir cuadradísima, pero reconozco que poseen algunas ventajas nada desdeñables. Por ejemplo; la restauración de su sistema a un estado anterior en que funcionaban mejor y, seguramente, eran más felices.
Naciendo con una utilidad así, uno podría librarse de la mayoría de situaciones engorrosas que, sin servir para nada, mantienen al cerebro encerrado en tantos laberintos que cuando crees haber encontrado una puerta de salida, resulta ser sólo la entrada a otro más enojoso.
Me imagino el alivio que sentirán mis ordenadores cuando les libro de los pesos muertos que, casi siempre contra mi voluntad, les he ido introduciendo en los chips; que si una cookie por aquí, que si un dll por allá, que si un antivirus que les viene tan estrecho que no pueden ni moverse...
¿Vosotros, qué hacéis cuando queréis restaurar vuestro sistema personal? ¿Sobre que botón o icono de vuestros pensamientos hacéis clic con el ratón?
No hace falta que contestéis. Ya sé que es personal y no hay que entrometerse. Yo tampoco os lo cuento, pero estoy en ello.
*
Que el maquillaje no apague tu risa,
que el equipaje no lastre tus alas,
que el calendario no venga con prisas,
que el diccionario detenga las balas.
Que las persianas corrijan la aurora,
que gane el quiero la guerra del puedo,
que los que esperan no cuenten las horas,
que los que matan se mueran de miedo.
Que el fin del mundo te pille bailando,
que el escenario me tiña las canas,
que nunca sepas ni cómo, ni cuándo,
ni ciento volando, ni ayer ni mañana.
Que el corazón no se pase de moda,
que los otoños te doren la piel,
que cada noche sea noche de bodas,
que no se ponga la luna de miel.
Que todas las noches sean noches de boda,
que todas las lunas sean lunas de miel.
Que las verdades no tengan complejos,
que las mentiras parezcan mentira,
que no te den la razón los espejos,
que te aproveche mirar lo que miras.
Que no se ocupe de tí el desamparo,
que cada cena sea tu última cena,
que ser valiente no salga tan caro,
que ser cobarde no valga la pena.
Que no te compren por menos de nada,
que no te vendan amor sin espinas,
que no te duerman con cuentos de hadas,
que no te cierren el bar de la esquina.
Que el corazón no se pase de moda,
que los otoños te doren la piel,
que cada noche sea noche de bodas,
que no se ponga la luna de miel.
Que todas las noches sean noches de boda,
que todas las lunas sean lunas de miel.