Mi familia anda desperdigada por toda España y parte del extranjero. Somos una comunidad dispersa desde hace tiempo, pero no distanciada. A pesar de que no mantenemos mucho contacto, cuando nos vemos o nos llamamos, es como si habláramos todos los días por teléfono o nos encontráramos para comer cada domingo del año. No sabemos nada del día a día de nuestras vidas pero sabemos, sin lugar a dudas, que nuestros lazos se mantienen y que lo importante, nos lo comunicaremos sin falta.
Esto os lo cuento porque hoy he recibido una llamada de mi tío, el de Valencia. Quería decirme que, en junio, se inauguró un museo: el MUVI, en La Muela, provincia de Zaragoza. MUVI, significa "Museo de la Vida" y es el amado proyecto personal de su hijo, mi primo Ángel, director técnico de ese recién inaugurado Museo.
Hace más de tres años que mi primo vino a visitarme. No conocía ésto y nos pegamos un panzón de andar por la ciudad que, cuando lo recuerdo, se me reproducen los dolores musculares en las piernas. Pero su visita tenía otro motivo; enseñarme los planos del edificio que se estaba construyendo para albergar el proyecto que llevaba acariciando años y que ya había hecho realidad en otros lugares, pero a una escala poco satisfactoria. En La Muela había encontrado, por fin, la comprensión y la ayuda necesaria para ese proyecto. Los planos eran preciosos. Un edifico moderno, en forma de libélula estilizada, con tres plantas, un entorno ajardinado y todo lo que él quería. O casi todo, porque algo así nunca se realiza al cien por cien.
He buscado en la red, pero no hay más que la reseña de la inauguración. Aquí está. hay que destacar que el municipio ya contaba con otros dos museos; el del Viento y el del Aceite, dos cosas muy entroncadas en el entorno aunque por diferentes motivos. El aceite, ancestral; el viento, por la moderna tecnología.
Mi primo, que es quién me interesa, lleva toda su vida queriendo hacer algo así. Él mismo ha buscado, recogido y conservado una ingente cantidad de material: fósiles, minerales y objetos arqueológicos de todo tipo. Con el jeep y los perros se ha pateado kilómetros y kilómetros; ha dormido al raso en mitad de la nada; ha regresado exhausto y ha llenado su casa hasta los topes con sus hallazgos. No sé si yo podría sacrificar tanto en pos de una ilusión, pero sí sé que admiro profundamente a mi primo; conozco su esfuerzo y todo lo que le ha sido preciso dejar atrás por perseverar en su camino. Ángel es tímido , así que espero que no llegue a leer ésto. Estoy segura de que se cortaría mucho, pero no podía dejar de contarlo; primero porque se trata de alguien cercano y luego porque hay que agradecer el esfuerzo de las personas que trabajan para la cultura, que se enfrentan a problemas, que lidian con los inconvenientes y que, finalmente, levantan un Museo de la Vida, para explicarnos, con detalle, quienes somos y de dónde venimos.