Mi madre dice que fue sobre las dos de la tarde, pero de mi madre no se puede uno fiar porque es muy despistada, así que puede que fueran las dos de la madrugada o cualquier otra hora. Lo que sí recuerda es que dijo: "¡Pero si yo había pedido un niño..!" No se atrevió a devolverme porque era primeriza y no sabía como hacerlo; se resignó, aunque a regañadientes, con tener una niña.
No os puedo decir cuánto tiempo hace que eso sucedió porque me lo ha prohibido. No quiere que los vecinos empiecen a calcular la edad que tiene ella, partiendo de la que tengo yo, así que eso hay que mantenerlo en secreto.
Al menos, mi padre si se alegró de tener una hija. Se alegró porque a él no le gustaba nada el fútbol, ni los deportes en general y ya se sabe que si tienes un chico, lo primero que hay que hacer es enseñarle a dar patadas a un balón o a ir en bicicleta. En cambio, con las niñas es distinto. Uno puede empezar por leerles cuentos de hadas, llevarlas de paseo para que luzcan los vestidos de volantitos y puntillas, enseñarles poesías y sentarse en un banco del parque a darles de comer a las palomas y a los gatitos de la calle.
De mi nacimiento, casi no recuerdo nada y no porque no estuviera presente, sino porque ya entonces tenía un cerebro poco desarrollado y me costaba comprender las cosas. Por ejemplo: no sabía llamar por teléfono ni utilizar un ordenador. En mi descargo, decir que eran otros tiempos, no como ahora que los niños nacen con el teléfono móvil incorporado y con el sistema binario incluido en sus cromosomas. Mis hermanos ya salieron más completitos, mejor acabados. No sé si porque todos son chicos y mi madre se esmeró mucho o si había otras razones que nunca he sabido. No me quejo por ello; al fin y al cabo yo era el primer intento y no se puede esperar de los padres novatos que sepan como añadir todos los componentes necesarios.
El caso es que me inscribieron en el Registro Civil un 26 de Abril y que desde entonces celebro mi cumpleaños ese día. Algunas veces he pensado cumplir años en otra fecha más divertida o que coincidiera con algún evento importante, como el Día Internacional de las Cabras o el Día del Homenaje al Helado de Pistacho, pero ya me dijeron que eso no podía hacerse y que si no me gustaba el día que dejara de celebrarlo. No, eso no lo haré. No quiero perderme todos los frascos de colonia, jabones de ducha, medias, pañuelos para el cuello, peluches y bagatelas varias que recibo en esa fecha. Tampoco quiero perderme los libros que me regalo, aprovechando que es un día señalado y se justifica un dispendio mayor en ese apartado del presupuesto.
Desde mi nacimiento hasta ahora, creo que no me ha pasado nada que no les haya ocurrido a otros muchos millones de seres, así que me siento satisfecha. Solo estoy un poco molesta porque se negaron a admitirme como candidata a Miss Mundo por falta de una buena melena rubia sobre la que destacara la corona en todo su esplendor. Lo superé a base de antidepresivos y bocadillos de jamón y puedo decir que estoy casi curada, salvo por una manía residual que me ha quedado y que no sé como quitarme. En cuanto veo un espejo le pregunto: "Espejito, espejito ¿hay alguien más guapa que yo?"
Lo que me contesta el espejo, mejor me lo callo porque no sé que ojos inocentes pueden estar leyendo esto.
Bueno, pues ya está. Ahora sabéis tanto de mi vida como yo cuando no llevo la agenda; que sigue siendo manual porque aún no he comprendido como funcionan las digitales.
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"Kalinka" Interpretada por los Coros del Ejército Ruso, dirigidos por Víctor Eliseev. Es la canción más popular de todas las Rusias y una impetuosa declaración de amor a un árbol, convertido en muñeco de nieve durante el invierno, pero que pronto ofrecerá sus rojos frutos, porque se acerca la primavera.
El arbolito en cuestión, es parecido a nuestros enebros.