¿Cómo están ustedes..? Yo algo mejorada pero sigo como con el piano a cuestas; cansada. No puedo permanecer en la ociosidad eternamente y será mejor que retome el hilo del blog, a ver si me hace el mismo efecto que un frasco de vitaminas.
Comprenderéis que en estos días de reposo no me haya sucedido ninguna cosa extraordinaria. Mal podría, que no he hecho otra cosa que ir del sofá grande al sofá pequeño y cambiar los canales del televisor; por cierto, que no he visto nada interesante, aparte de ver ganar a Rafa Nadal el torneo de tenis de Madrid.
Y como no me ha pasado nada y no tengo nada que contar que valga la pena acerca de mí o de la cabra, os dejaré una leyenda que me contó el otro día un amigo senegalés.
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Ngai, creador del mundo y de todo lo que en él habita, estaba particularmente feliz por haber tenido la idea de llenar los ríos y lagos de bonitos peces. Le gustaba verlos deslizarse bajo las aguas y el brillo de sus escamas de colores cuando nadaban cerca de la superficie. Pasaba horas mirándolos y creía que todo estaba bien en su mundo cuando los peces le presentaron una queja; los hipopótamos eran muy desconsiderados con ellos y en cuanto tenían ocasión, se los comían. Las mamás peces perdían muchos alevines por culpa de esos enormes animales, los fondos del agua siempre estaban sucios y removidos, y le pedían que hiciera algo al respecto. Ngai se enfadó mucho con los hipopótamos y de inmediato les prohibió vivir dentro del agua; que ni se acercaran a sus amados pececillos. Los hipopótamos acataron la orden, pero al cabo de poco también ellos se quejaron: "No podemos vivir siempre fuera del agua. Tú nos has hecho grandes y torpes en terreno seco; nuestro propio peso nos aplasta si el agua no nos sostiene y además, nos morimos de hambre" Ngai comprendió que la queja también era justa. Él había creado a esos animales como eran y ahora estaban sufriendo. Tenía que buscar alguna solución. Reunió a peces e hipopótamos y les propuso un arreglo; los hipopótamos serían vegetarianos de ahora en adelante y los peces aprenderían a sacar partido alimenticio de los fondos removidos.
"¿Cómo vamos a pasarnos la vida sin probar el delicioso pescado?" decían unos; "¿Cómo vamos a ver la comida entre los desechos?", decían los otros y no paraban de discutir hasta que Ngai se cansó de oirlos y mandó a ambas especies de vuelta al agua. Los hipopótamos se quejaban de que las hierbas les molestaban entre los dientes y los peces de que no encontraban bastante comida. Y entonces Ngai ordenó que los hipopótamos mantuvieran abierta la boca y que los peces entraran en ella para comer los restos de vegetación que allí quedaran. Y fue una buena solución mientras los unos se iban acostumbrando a ser vegetarianos y los otros aprendían a aguzar la vista para encontrar su comida de siempre.
Aún puede verse entrar en la boca de los hipopótamos a los pequeños peces para comer entre sus dientes y si atendemos un poco más, quizás también veamos a Ngai vigilando para que esas bocas no se cierren hasta que todos los peces hayan salido de ellas.