Respecto al post anterior, dije en algún comentario que os contaría un par de anécdotas y voy a hacerlo, no solo porque lo dije, sino porque tampoco se me ocurre nada más original.
Y de paso, sabréis a que dedico mi tiempo "no libre", porque es que libre, lo que se dice LIBRE, no tengo nunca.
Bueno, al grano. Todos los años me apunto a uno, dos, o tres cursos, según sea el número de horas que tenga cada uno y los días en que se realicen. Son variopintos; desde los relacionados con mi trabajo, como los de "Alimentación para diabéticos", "Nuevas teorías sobre el Parkinson y como retrasarlo", "Alzheimer", "Demencias seniles", "Síndrome de Korsakov", y otros, no tan especializados. Algunos son muy duros por el factor humano que late debajo de todo eso y porque lo vives cada día y sabes lo mal que se soporta y de que modo nos afecta a los profesionales.
El último que hice fue el año pasado. Era un curso fantástico, con unos profesores nada teóricos. Médicos que trabajaban sobre el terreno, a pie de cama y que sabían perfectamente de que iba todo y la dureza del día a día con ancianos y/o terminales. Nos pasaron los temas y conclusiones, pero no permitían tomar apuntes, para facilitar una participación más activa y atenta. Cuarenta asistentes. Dos hablamos en todas las propuestas. Los profesores intentaban por todos los medios la participación, sin conseguir apenas nada. Uno de ellos, incluso nos amenazó con callarse y no seguir explicando, porque tenía la sensación de que no interesaba lo que decía. ¡De pena, la verdad! En conclusión; debí destacarme tanto hablando, preguntando y respondiendo, que casi al final del curso, una de las asistentes, se me acercó y me dijo: " Oye, Trenzas, tú que lo sabes todo, ¿puedes decirme como quitar esta mancha del abrigo?"
Ni siquiera me enfadé; es más, le dije como quitar la mancha. Yo también tengo un abrigo de ante y sabía como podía hacerlo. Eso sí, no se me ha olvidado la mala idea de la preguntante :)
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Y otra, también de película, fue en un Curso Literario, como el que estoy haciendo ahora.
La propuesta de la profesora fue que debíamos escribir una postal a la familia o a algún amigo, contando lo bien que estábamos pasando las vacaciones. Dijo; una postal; tiene que ser breve, pero procurad que sea original. Pasó el tiempo para hacer el ejercicio y pidió que alguien empezara a leer. Por una vez, no empecé yo; ni nadie, así que tuvo que nombrar a una alumna. Esta se levanto y leyo su postal; decía más o menos, esto:
"Hola; estoy de vacaciones en la playa y lo estoy pasando muy bien. Saludos a todos".
La clase, se quedó muda; creo que sobrecogida por la originalidad del texto. Y la profe dijo; "comentad, comentad, ¿que habéis visto de original?" . Silencio absoluto. Y pasó lo que me temía: "Trenzas, tú; comenta el escrito; ¿que hay de original en él?" Y yo, ¿que iba a decir?. Pues la verdad, y contesté; "Nada" . Allí se acabó la clase, porque entre las risas de unos, la cara que se le quedó a la profe y la mirada asesina de la escritora de postales originales, nadie fue capaz de dar pie con bola.
Quizá debería haber dicho que era MUY original, o que tenía matices insospechados, que quizá debería leerla otra vez para poder apreciarla...
Me arrepiento de no haber tenido compasión, pero no mucho.
Así soy yo, que no hay quien me aguante..!