Si no hay nada urgente, los martes y los jueves por la tarde, tengo libre. Todo lo dejo para hacer en esas dos tardes y luego, quién sabe porqué milagro, nunca consigo hacer nada de lo que me había propuesto.
Eso sí; no dejo títere con cabeza, pero lo que se dice hacer, hacer, nada. Luego me paso el resto de la semana quejándome de que no me da tiempo para esto o lo otro o queseyoqué e intentando ordenar el desbarajuste que he provocado mientras no hacía nada.
Añadir a eso que acabo igual de cansada o más que los días en que no tengo fiesta.
A pesar de todo lo dicho, me encanta tener libres unas horas sin agobios para poder andar descalza, ronronear con mis gatos y poner de vuelta y media a las plantas que no se ponen todo lo ufanas que es necesario en esta época.
Me siento, me levanto, voy a mirar por el balcón, cierro, abro otra vez porque me he dejado fuera a los gatos, cierro, voy a la ventana del patio, miro a ver si sigue en el mismo sitio la pelota de playa que embarcaron los vecinos el año pasado, sí, sigue en el mismo sitio pero algo descolorida, me vuelvo a sentar, me levanto, voy a la cocina y ¿para que he venido aquí?, salgo, ¡ah, si..!, vuelvo a la cocina, cojo un yogur de frutas del bosque, voy al sofá, ¡uy, la cuchara!, vuelvo a la cocina..., etc, etc.
Y a todo esto, los gatos detrás diciéndose, seguramente, que para que diablos necesitamos los martes y los jueves por la tarde, con lo tranquilos que estamos cuando estamos solos y tal...
Y en estas y otras cosas igual de útiles se pasan las tardes libres en un santiamén. Y con la cabeza más vacía de ideas que una calabaza de Halloween.
Yo creo que, aunque no lo notes, estás cargando las pilas.
ResponderEliminar¡¡Porque vaya energía tienes!!
Dos besos, polaca.
Con razón sube lo que sube el recibo de la luz..!
ResponderEliminar:D
Que sean tres.
Cool blog, interesting information... Keep it UP »
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