05 enero 2005

A veces se me va la olla...

... y no me importa reconocerlo. No quería escribir un post tan serio ayer. Sólo quería... bueno, no sé lo que quería exactamente pero salió así. Y ya que está escrito quizá valga la pena hacer una segunda reflexión al hilo del dolor.
Todos los especialistas en dolores del tipo a que me refería, dicen que el duelo por una pérdida dura un año, mes más o menos, y que a partir de ese espacio de tiempo nuestro sentimiento se atempera. Sé que es cierto en cuanto a la intensidad pero falso en cuanto a la duración.
Cuando nos abandona alguien a quién hemos amado mucho no pasará ni un día de nuestra vida sin que recordemos, directa o indirectamente, a esa persona. Pensaremos mil veces en lo que queríamos decirle y nos callamos; en lo que podíamos haberle proporcionado y no le dimos; en las veces que nos llamó y no acudimos. Nos torturará el pensar qué hubiéramos podido hacer mejor; porqué no estábamos allí en el momento preciso, porqué, porqué, porqué...
No hay ninguna forma de evitar eso. La razón nos dirá si es cierto o no que hicimos cuánto pudimos, pero no sirve de nada en ninguno de los dos casos.
Algunas personas creen que una conciencia tranquila resuelve esos problemas. Yo más bien diría que sólo un insensato puede dejar de reprocharse algo. Claro que eso depende del nivel de exigencia que cada persona tiene con respecto a sí misma. Y los reproches que nos hacemos, conscientes o inconscientes, aumentan y dilatan el dolor en el tiempo.
Así que quizás (y solo quizás), empezar a perdonarnos a nosotros mismos sea el mejor camino para ir dejando atrás nuestro dolor.
No sé si se me ha vuelto a ir la olla.
Por si acaso,lo dejo aquí.

1 comentario:

Ismael de Andrea dijo...

No importa... siempre es asi. Y esas bengalas que uno ve en el nuevo cielo no son tales, sino lágrimas que caen.

Te dejo un beso.